Los humanos nos fijamos en incidentes concretos, pero Dios que ve el panorama completo se centra en patrones y etapas. Él estableció que el día tuviera 24 horas, la semana siete dias, el año cuatro estaciones y que el matrimonio tenga dos personas, etc. Después del nacimiento, va la infancia, la juventud, la edad adulta y la vejez. ¡Imagínate lo diferente que sería tu vida sin estas etapas!. Dios nos creo de modo que necesitásemos vidas organizadas. Los buenos patrones nos proporcionan cierta certeza y por ello tenemos consuelo, control y seguridad. El mero hecho de saber que el sábado viene después del miércoles nos ayuda a sobrellevar mejor una semana de trabajo agotador. Muchos de nuestros problemas de relaciones se resolverian si prestásemos mas atención a los patrones negativos que tenemos y nos concentrásemos en los positivos.
¿Te suena esta conversación? El marido pregunta: ¿Por qué siempre tienes que sacarme tema cuando me estoy durmiendo? ¿No tienes otro momento mejor durante el día?. La mujer se vuelve: ¡`Nunca hay un buen momento para hacerme caso!. Usar las palabras "siempre" y "nunca" sólo agravan el problema. Hasta que no lo entiendas y cambies tus patrones de comportamiento, irás apagando fuegos en tus relaciones personales. Si estableces un patron de comportamiento sencillo, como pasar juntos una hora o dos a la semana (o salir juntos una noche), brindarás a tu esposa ese tiempo para ser escuchada. Y en el caso del marido, este tendrá la oportunidad de escucharla cuando está fresco y receptivo. Los patrones y las rutinas son idea de Dios y la certeza y la promesa que nos brindan nos ayudan a calmar las emociones exaltadas y crear un ambiente en el que los dos se sientan amados y valorados.
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