Cuando un doctor predicó en cierto lugar de la India un sermón acerca del amor, un indigente de la iglesia local le contó como un miembro, a quien realmente amaba y había ayudado, estaba causando problemas y amenazando con dividir la congregación . El frustrado clérigo le preguntó al doctor que hacer, puesto que en este caso el amor no parecía haber dado resultado. 'Aumente la dosis' , respondió el doctor. Nuestra naturaleza egocéntrica nos hace creer que la felicidad llega cuando logramos todo lo que queremos y nuestras necesidades están cubiertas. Pero la realidad es que cuando conseguimos un mejor trabajo, una casa más grande o un poco de fama, nos sentimos vacíos, porque esas cosas no nos realizan ni nos dan la felicidad duradera. Lo único que hacemos es abrirnos el apetito para desear más y más, lo que se convierte en un círculo vicioso.
Alguien comentó: "Siempre que tengamos oportunidad de brindar amor al prójimo, de cualquier modo, nuestro ciclo de felicidad se completa una y otra vez". San Francisco de Asís lo expresó aún mejor en su famosa oración: "Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que allí donde haya odio, ponga yo amor ; donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya discordia, ponga yo unión; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya duda, ponga yo fe; donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya tinieblas, ponga yo luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría . ¡Oh, divino Maestro!, que no busque yo tanto ser consolado como consolar, ser comprendido, como comprender, ser amado como amar. Porque es como se recibe ; olvidando, como se encuentra; perdonando, como se es perdonado; muriendo, como se resucita a la vida eterna.