jueves, 29 de febrero de 2024

La fuerza de la visión ( 3)

                  La Madre Teresa no se propuso buscar la fama; la fama la encontró. Fue a la India, vio una necesidad que nadie estaba supliendo, escuchó el llamado de Dios, dejó que su corazón se apasionara por Él y ministró a las personas más abandonadas y olvidadas del mundo en los suburbios de Calcuta. Uno de sus dichos famosos fue: "La vida que no se entrega a los demás, no es vida". No nos engañemos; mucho de lo que hacemos a diario no parece tener ninguna trascendencia, a menos que lo veamos como parte de un panorama más amplio. Cuando tomas las minucias de cada día, los pones en un recipiente imaginario de la visión dada por Dios y lo revuelves todo, de repente de ahí sale propósito, valor, adrenalina y la alegría que se desprende saber que estás realizando tu destino.

                 Es como la diferencia que existe entre llenar sacos de arena y construir un dique para salvar una ciudad. No hay nada emocionante en llenar sacos de arena. Pero salvar una ciudad de las inundaciones es otra cosa. La construcción del dique da sentido a la monotonía de meter tierra en los sacos. Y lo mismo sucede con tu visión . Muchas veces  la rutina de la vida puede parecer como llenar sacos. Pero esas mismas actividades cotidianas, si las vemos a través de la lente del propósito de Dios, cobran otra dimensión. La visión da sentido a tu mundo, pone orden, da significado al caos y te permite verlo todo desde una nueva perspectiva. Afortunadamente, es Dios quien da las visiones; entones ¡pídele una!. 

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