miércoles, 28 de enero de 2015

"Mejor son dos que uno..."

                                                    Toma la iniciativa, no esperes a que te presenten. Saluda a alguien y pregúntale el nombre. Si eres tímido por naturaleza, te costará dar el primer paso. Pero lo mas probable es que la otra persona se sienta igual y cuando empieces a hablar te darás cuenta de que tenéis cosas en común. Arriésgate. Si te agrada alguien profundiza un poco y menciona una pequeña lucha, decepción o algún temor que tienes. A eso se le llama "riesgo manejable" y te permite valorar como va a reaccionar la otra persona. Si reacciona con empatia y se identifica con lo que estás diciendo es una buena señal. Si se cierra trata de darle soluciones  o te responde de manera crítica tal vez debas alejarte. Invita a la persona a tu círculo y si funciona, intercambia números de teléfono e invítala a tomar un café ó a comer. Luego organiza una segunda reunión más larga. de esa manera sabrás si es una amistad que vale la pena proseguir.
                                                       Frecuenta lugares donde se encuentra la gente. Hay muchos sitios donde puedes hacer amistades ; la iglesia, el gimnasio, el colegio, los deportes de equipo, un servicio de voluntariado. Tienes que estar dispuesto a salir un poco de lo que te resulta familiar o intentar nuevas situaciones. Recuerda que Dios usa todo tipo de amistades para cumplir sus propósitos. Un predicador prominente comentó: "Hay amigos que fueron clave en mi progreso, aunque nunca me afirmaron ni me aceptaron. Esos son los llamados "Judas" y existen en la vida de todo hijo de Dios...Los que más dolor te causan, te hieren...y te traicionan, por medio de su traición la voluntad de Dios se cumple en tu vida" Pídele a Dios un amigo, ¡pero luego vete y hazte su amigo!.    

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