Mateo nos presenta el siguiente relato: "...Una mujer cananea...comenzó a gritar y a decirle...Mi hija es gravemente atormentada por un demonio....Él... dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel....No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros....Ella dijo: Si, Señor; pero aún los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces, respondiendo Jesús, dijo: ¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como quieres..."Esta mujer gentil era forastera, sin embargo insistió cuanto pudo y consiguió lo que a menudo pierden los privillegiados. La suya fue una carrera de obstáculos. Primero, Jesús no la quiso escuchar. Luego le dijo: 'Lo que tengo es sólo para los judíos'Por último añadió: 'No está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros' La mayoría de nosotros nos habríamos marchado ofendidos. Pero no así esta mujer, quien clamó: "Ten misericordia de mi"No estaba pidiendo algo que merecía, sino que clamaba por algo que necesitaba. Debido a esa actitud, Jesús paso por alto todo impedimento y respondió a su clamor. Y si persistes, Él hará lo mismo contigo. En realidad, lo que esta mujer le dijo a Jesús fue: 'Deja que los hijos tengan el pan, yo me conformo con las migajas.'
Los cristianos se confian tanto que descuidan el pan, lo desperdician, se quejan de él y a veces ni siquiera van a la iglesia para obetnerlo. ¡Pero los desesperados aprovechan las migajas y encuentran la vida en ellas! Saben que hay poder en el pan y tambien en las migas. Y cuando lo único que puedes conseguir son las migas, eso les basta. ¿Qué necesitas de Dios hoy? ¿Cuanto lo anhelas?
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