miércoles, 25 de mayo de 2016

Saber lo que no decir

                                                        La sinceridad y el diálogo son la base sobre la que se construye una relación saludable, especialmente en el matrimonio. Sin embargo, toda buena idea puede ser usada equivocadamente. Por ejemplo, un hombre sería sincero si le dijera a su esposa que no le gusta cómo cocina. También sería sincera una mujer si le expresase a su marido cuanto le molestan sus defectos; pero la sinceridad que no tiene como fin beneficiar a la otra persona resulta cruel y es una forma de egoísmo, sobre todo si el otro no puede hacer algo para remediarlo. Hay parejas que con el deseo de compartir todo lo que piensan y opinan apagan la chispa del romance que una vez los unió. Con ello destruyen toda la magia y acaban con el encanto romántico que los atrajo al principio.
                                                         Tu cónyuge es la persona con la que elegiste casarte, y si no fuiste sabio al elegir no te quejes cuando no te gusten los resultados. Pedro escribió: "(Seguid) demostrando profundo amor unos a otros, porque el amor cubre gran cantidad de pecados". Pablo escribió: "El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia". Si pones en práctica estas virtudes, tendrás garantizado un matrimonio feliz.    

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