miércoles, 13 de octubre de 2021

Las comparaciones son odiosas (2)

            Es sano y necesario que haya cierto grado de competividad. Cuando los niños participan en un concurso para escribir sin faltas de ortografía, se preparan y aprenden más para poder competir. Saben que sus conocimientos van a ser puestos a prueba y se alistan para ganar. Pero cuando la competividad te hace santir o bien "inferior" o bien "superior" a alguien, entonces es dañina. Escribe Pablo: No nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos manifiestan su falta de juicio al medirse con su propia medida y al compararse consigo mismos. Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos ha dado...." Para poder evaluar adecuadamente tus logros, tienes que entender primero la misión que Dios tiene para tu vida.

             Cuando eres parte de un equipo de futbol, tu posición en el terreno de juego determina tu función. Los delanteros y los defensas tienen destrezas diferentes, pero el equipo necesita a los dos para ganar. Los defensas impiden que el contricante meta goles , lo cual es tan decisivo como los delanteros que los meten. Seguro que se aplaude más a los unos que  a los otros, pero la victoria la ganan todos. Si te comparas continuamente con otros, nunca vas a sentir que estás logrando nada, porque no te riges por tus parámetros sino por los de otros. Es posible que ellos tengan diferente posición en el equipo, y por ende distinta función.Exiben destrezas diferentes y deben cumplir las metas que Dios a dispuesto para ellos. Dios te ha dado a tí todo lo necesario para jugar en la posición requerida y cumplir tu misión dentro de ella. ¡Esta verdad debería tranquilizarte y liberarte! Y Dios, que les da a otros la capacidad de sobresalir en lo que hacen, hará lo mismo contigo si aprendes a poner tus ojos en Él y no en nadie más.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario