viernes, 7 de junio de 2024

Iones negativos

                                       A veces educar a hijos adolescentes puede parecer cómo enviar un astronauta al espacio. En las primeras sondas espaciales lanzadas desde el Cabo Cañaveral en la década de 1960, había preocupación por la seguridad de los astronautas. En el trayecto más peligroso del viaje, los iones negativos se acumulaban alrededor de la capa protectora de la nave e interferían con la conexión de radio durante unos siete minutos. ¡Siete minutos que se hacían eternos! Por fin la voz reconfortante de uno de los astronautas para decir "Hemos restablecido contacto con el coronel Glenn y todo está bien". De alguna manera, la adolescencia puede ser como esa nave. Después de los años formativos de la niñez el chico o chica de 13 años es lanzado al espacio como una ráfaga. Luego algo parecido a los iones negativos empieza a interferir con la comunicación, lo que hace a los adultos andar muy preocupados por el bienestar del joven, preguntándose por qué no habla y se comunica o por qué ha desaparecido detrás de un muro de silencio.

                                    Es un tiempo confuso y aterrador. Afortunadamente en unos pocos años las primeras señales débiles empezarán a emerger de nuevo y se establecerá el contacto. El ambiente negativo se irá dispersando poco a poco y el "aterrizaje" o "amerizaje" se producirá después de que el joven entre en los veinte; ese será un buen período de reencuentro de dos generaciones. ¿Qué hacer como padres durante este tiempo crítico? Primero, tienes que orar por tu hijo/a y aferrarte a la palabra de Dios. "Dirige a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores no lo abandonarán". Segundo, tendrás que ejercitar paciencia. "La paciencia tiene que alcanzar la meta de hacerlos completamente maduros y mantenerlos sin defecto".

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