lunes, 17 de junio de 2024

La fuerza de la bondad (2)

                                        La gente excepcional entiende la fuerza de la bondad. En una ocasión el presidente estadounidense Abraham Lincoln estaba cenando en la Casa Blanca con uno de sus invitados cuando este sopló su café, lo echó de la taza al plato y bebió de ahí. Como podemos imaginarnos, los refinados invitados que estaban a la mesa se quedaron horrorizados y durante unos momentos la sala se llenó de un silencio embarazoso. Pero enseguida Lincoln tomó su café, lo echó al platito y durante el resto de la noche bebió directamente de ahí. ¿sabes una cosa? ¡Todos en la sala hicieron lo mismo! Un pequeño acto de bondad le ahorró a un invitado de la Casa Blanca una situación muy vergonzosa. Y este gesto sencillo pero considerado de parte de uno de los mejores presidentes de los Estados Unidos nos recuerda el valor de ser ejemplos de bondad.

                                         Es muy probable que nunca hayas oído hablar de Stephen Grellet, un cuáquero nacido en Francia que murió en 1855. Seguiría siendo desconocido para el mundo si no fuera por unas líneas inmortales que serán recordadas para siempre: "Sólo he de pasar por este mundo una vez. Todo  el  bien que pueda hacer, cualquier gesto de bondad que puedas mostrar a un ser humano, ayúdame a hacerlo ahora y a no aplazarlo. Pues nunca volveré a pasar por aquí". Cada día tiene algo en común con el siguiente, los dos son oportunidades de demostrar bondad y cuando no las aprovechamos, nos quedan tristes pesares. Un poeta escribió: "He llorado en la noche por haber sido ciego ante la necesidad del ser humano. Pero nunca he lamentado el haber sido demasiado bondadoso". 


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