Piensa en todas las cosas de las que nos sentimos orgullosos: la casa donde vivimos, el automóvil que conducimos, el diploma que cuelga en nuestra pared, las personas con las que nos relacionamos o el cargo que ocupamos.Cuando has trabajado duro para estar donde estás ahora, ¡ten cuidado con el orgullo! Pablo preguntó: "¿Quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿Porqué presumes como si no te lo hubieran dado?. ¿Qué debes hacer?
1) Examina tus creencias acerca de quien eres, lo que tienes y lo que puedes hacer. Jesús dijo: "Separados de mí nada podéis hacer". Recuérdate a ti mismo: "Yo sólo soy como el guante; Dios es la mano que lo lleva", lo cual te ayudará a mantener la `perspectiva adecuada. 2) Céntrate más en los demás que en ti mismo. Hay un dicho muy veraz: "Cuando alguien se encierra demasiado en si mismo, se vuelve muy pequeño". Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás". 3) Respeta y valora a cada persona que conozcas sin tener en cuenta su estatus social, raza, género u otos factores distintivos.Si eres humilde, la gente te respetará y recibirá tus aportaciones sin tener sospechas de que tus móviles son egoístas. La Biblia dice: "Hay seis cosas que el Señor aborrece... los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras y el que siembra discordia entre hermanos". En este día ten cuidado con el orgullo.
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