viernes, 18 de febrero de 2022

Raices y Alas (5)

           Educar bien a los hijos requiere encontrar el término medio de independencia que se le puede dar a cada uno. Algunos se distancian antes que otros; unos lo hacen gradualmente y otros dan un salto de repente. En lo que se refiere a la autonomía, no hay hijos "buenos" y "malos", sino que unos son mas fáciles de llevar que otros. Como padre, vas descubriendo, a fuerza de equivocarte y de intentarlo, lo que mejor funciona en ellos. Criticarlos, controlarlos, amenazarlos con no dejarlos salir, predicarles o avergonzarlos son comportamientos ineficaces, contraproducentes y señal de que la situación se te ha escapado de las manos. Tales actitudes solo sirven para aumentar en ellos el instinto de luchar y les hace sentir inseguros, creyendo que nadie está en el control. No pretendas que los sabes todo como padre; a lo mejor das esa imagen con la mejor intención, pero es un juego que puedes pagar caro. 

            No te intimide la idea de ser transparente y franco con tus hijos, puesto que es lo que menos tensión crea y produce mucho mejores resultados. Los niños saben que son imperfectos- y que los padres también lo son. Por consiguiente, no te dé apuro decir: 'Estoy aprendiendo a educar a unos hijos que están creciendo y cambiando, al igual que tú estás aprendiendo a ser hijo. Necesito tu colaboración para poder hacerlo bien como padre, descubrir qué funciona mejor para nuestra relación y ayudarte a que tú también te comportes bien como hijo. '¿Estás dispuesto a unirte a este equipo y aprender juntos?' Esa clase de franqueza siempre resulta en una reacción positiva de parte del hijo, a la vez que es un ejemplo de humildad y cooperación para los jóvenes. Así como el entrenador y los jugadores están unidos con el mismo fin, haz que tu meta sea que los dos podáis ganar juntos y aprender a mejorar, no competir y dominar. El éxito o fracaso familiar estriba en aprender y madurar.

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