Raramente sabemos de antemano la trascendencia de lo que hacemos o dejamos de hacer en nuestro trabajo. La Biblia dice simplemente: "...Todo lo que te venga a mano, hazlo con todo empeño..." El judaismo , el cristianismo y el Islam tienen sus raices en Abraham, que era labrador. Llegó el momento en que éste "era viejo y avanzado en años". Asi que decidió que era el momento de buscarle una esposa a su hijo Isaac. Puesto que en esos días no había agencias matrimoniales por internet, le encomendó la tarea al jefe de sus criados, Eliezer. Éste se puso en camino con una caravana de diez camellos y se dirigió hacia donde le había indicado Abraham. Encontrar una esposa para el hijo de su patrón era una tarea importante que había que planear bien y cumplir al detalle; tarea en la que por nada quería equivocarse. Así que Eliezer comenzó su busqueda con una oración: "....Dios de mi señor Abraham, te ruego que me des éxito hoy..."
¿Oras tu alguna vez a Dios para que te dé éxito en el trabajo? Algunos se preguntan sui está bien pedir por eso. ¡Por supuesto que sí! Ahora bien, si haces del éxito laboral un ídolo, tendrás que buscar la forma de destronarlo. Pero en general, si no eres capaz de orar para que Dios prospere lo que haces, entonces deberías de hacer otra cosa. Todo buen padre quiere que su hijo triunfe. Todo buen empresario quiere que sus empleados triunfen, porque de su éxito depende la prosperidad de la empresa. Dios les dijo a su pueblo: "Guardad, pues, las palabras de este pacto y ponedlas en práctica, para que prosperéis en todo lo que hagáis"
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