Un día un pastor le dijo al gerente de unos grandes almacenes. 'He hablado con usted de moquetas, de ropa de cama y de electrodomésticos muchas veces, pero nunca le he hablado de mis negocios. ¿Me concede unos minutos?' Los dos se fueron a una oficina, el pastor sacó su Nuevo Testamento y le animó al gerente a hacerse cristiano. Las lágrimas le empezaron a correr por las mejillas mientras el hombre decía; 'Tengo 70 años. Nací en esta ciudad, y más de cien ministros del evangelio y quinientos empleados de varias iglesias me han conocido trabajando en este negocio. Pero usted es la única persona que me ha hablado de mi alma'. Ese día se arrodilló y entregó su vida a Cristo.
¡No pongamos la carreta delante de los bueyes! Pensamos que con sólo llevar a alguien a la iglesia se va a salvar. Demos gracias a Dios que eso ocurre a veces. Pero en el Nuevo Testamento aquellos que se reunían a adorar a Dios juntos, normalmente ya habían sido ganados para Cristo, por alguien antes de llegar allí. El último acto de Jesús fue ganar un alma. Su último mandamiento fue pedirnos que ganaramos almas.Y su última oración en la cruz, fue por el perdón de las almas. No tienes que saber mucha teología; solamente tienes que amar a Jesús. Cuando lo amas, se manifiesta en tu rostro y se expresa en tus palabras. Jesús dijo: "...Yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo". No te preocupes tanto de atraer a las personas a Cristo; preséntaselo y Él ya las atraerá a Sí mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario