jueves, 2 de mayo de 2024

Corregir y dejar que te corrijan

                      La corrección no es algo con lo que  siempre nos sintamos a gusto. A veces nos trae a la memoria escenas de nuestros padres enfadados y de las consecuencias dolorosas. O pensamos en la posibilidad de destruir una relación  en lugar de verla como una oportunidad de fortalecerla y enriquecerla. "Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa". Todos necesitamos que alguien  nos diga la verdad porque desde fuera se ven mas claras esas cosas que nos cuesta ver. Es lógico que algunos reacciones poniéndose a la defensiva, pero habrá quienes se alegren de que te preocupes más del bienestar  general de ellos que de sus reacciones momentáneas. Sole3mos aceptar de buen grado las correcciones hechas con amor y no con una actitud justiciera de 'Yo sé lo que te conviene'.

                         Si los demás perciben que te preocupas genuinamente por ellos y que buscas mejorar la relación, también valorarán lo que tengas que decirles y serán receptivos a los cambios. Piensa en la valentía que demostró el profeta Natán cuando reprendió a David por pecar con Betsabé. Como rey, David ostentaba el poder para matar a Natán o dejarlo con vida, pero el profeta amaba a David demasiado como para permitir que el pecado le arrebatase su destino. Muchas veces Dios nos usa en la vida de los demás para volver a encaminarnos por la senda estrecha pero bendecida que Dios les ha preparado de antemano. Al recordar el pasado, David pudo decir: "Antes que yo fuera humillado, descarriado andaba; pero ahora guardo Tu palabra". Hay veces  en que lo sabio es no inmiscuirse en asuntos ajenos, pero otras, que tomes cartas en el asunto por amor a la persona.

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