A pesar de sus fallos, defectos y fracasos, Dios llamó a David "....varón conforme a mi corazón..." . Y una de las virtudes por las que destacó David fue su disposición a reconocer sus errores. Veamos dos ejemplos: 1) Huyendo de la ira del rey Saúl, acudió a pedir ayuda a cierto sacerdote, decisión que provocó que Saúl mandara matar a ochenta y cinco sacerdotes y a sus respectivas familias. Desolado pero sin ponerse a la defensiva, David dijo al hijo superviviente del fallecido ministro de Dios que la había ayudado: "...Soy responsable de la muerte de toda la familia de tu padre". ¿Te imaginas cargar con la responsabilidad de semejante tragedia?.
2) Cuando el profeta Natán lo confrontó respecto a su aventura amorosa con Betsabé y su plan de encubrir el embarazo de ella asesinando al marido, David reconoció haber "pecado contra el Señor". ¿Tendrías la madurez emocional y espiritual suficiente para admitir tal cosa? ¿Te sientes a veces atacado cuando alguien valora tu comportamiento, ya sea positiva o negativamente? ¿Te retraes en silencio? ¿Contraatacas acusando o culpas a quien te ataca? ¿Haces comentarios hostiles? ¿Reaccionas con sarcasmo? Cometer errores no te rebaja como persona, pero defenderlos sí. No dejes que el orgullo te robe la sabiduría que se desprende de reconocer los fallos personales ni que te impida madurar con esas experiencias. "Rechazar la corrección es despreciarse a sí mismo; atender a la reprensión es ganar entendimiento".
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