viernes, 21 de marzo de 2014

Deja de condenarte

                                                          Deja de mortificarte porque todavía estás luchando con algunos aspectos de tu vida. Cuando se trata de algo que necesita mejorar, preocúpate por ello, pero no te obsesiones. Siempre habrá algo de que tratar, así que aprende a separar "quién" eres, de lo que haces. Tu identidad con Dios es algo necesario. "...Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús...". Puesto que Dios te ha aceptado, siempre eres aceptable para Él y siempre tendrás acceso a Él. Tu identidad no depende de tu comportamiento. Tu identidad determina tu salvación; tu comportamiento determina tu recompensa futura. Dios no te condena, sino que eres tú quien lo hace.
                                                         Dios te dará el convencimiento de ciertos pecados, te limpiará cuando te arrepientas; pero nunca te condenará. Ése es el trabajo del diablo, aunque tú también ayudas; pero nunca Dios. Cada vez que fallas, Cristo, tu abogado,se ofrece para cubrir tus pecados; por eso Dios te considera "aceptado". Deja de compararte con otros; tú eres tú y nadie más. ¡Todos somos iguales ante Dios! Así que cuando alguien te condene, proclama: "He aquí que el Señor me ayudará: ¿quién podrá condenarme?.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario