jueves, 27 de marzo de 2014

"...No provoqueís a ira a vuestros hijos..."

                                                          Para educar a los hijos entre la pubertad y la edad adulta se necesita toda la gracia y la sabiduría que puedas imaginar. Tus esfuerzos por formarlos - y su deseo de independencia - son un tira y afloja continuo que frustra a todos. El resultado depende en gran manera de cuál de los tres estilos de educación sigas. Aunque todos los padres quieren lo mejor para sus hijos, algunas estrategias funcionan mejor que otras. Examinemos las tres. El estilo autoritario:
Algunos padres se imponen: 'Aquí mando yo y vosotros obedecéis; no me cuestionéis, simplemente haced lo que mando'. Se les pide a los hijos que cumplan las normas establecidas en todo momento, que tengan respeto a la autoridad y a los valores tradicionales y se esfuercen en el trabajo.'Aquí el único que opina soy yo.Las otras opiniones son consideradas como actos de rebeldía'.
                                                           A los autoritarios no les gusta quedar mal delante de sus hijos, no se disculpan ni reconocen sus errores. Les gusta echar la culpa al otro, son legalistas y se permiten enjuiciar, avergonzar y humillar; esperan lo mejor de sus hijos, pero sólo se fijan en lo peor. Al ser duro con ellos, provocan confrontaciones y luego les castigan con dureza y sin razón. A menudo usan las Escrituras para justificar sus actitudes. Consideremos los puntos válidos de este estilo de educación: las reglas están claras; se establece una cadena de autoridad; los hijos responden con prontitud; es efectiva con niños pequeños o niños inseguros y funciona bien en tiempos de crisis. Consideremos los puntos negativos: inhibe el proceso de afirmación de identidad de el niño; retrasa la comunicación madura; promueve la dependencia social y la incompetencia: no fomenta la iniciativa ni la toma de decisiones de parte del joven; incrementa la ansiedad y la depresión; aumenta las posibilidades de que los niños sean intimidados o acosados, etc. Aunque los autoritarios mantienen una disciplina militar en el hogar, raras veces producen niños felices, sanos y creativos.  

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