martes, 8 de septiembre de 2015

Corregir y aceptar que te corrijan

                                                          La corrección no es algo con lo que siempre nos sintamos a gusto. A veces nos trae a la memoria escenas de nuestros padres enfadados y de las consecuencias dolorosas. O pensamos en la posibilidad de destruir una relación en lugar de verla como una oportunidad  de fortalecerla y enriquecerla. "Mas confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa" Todos necesitamos que alguien nos diga la verdad porque desde fuera se ven mas claras esas cosas que nos cuesta ver. Es lógico que algunos reaccionen poniéndose a la defensiva, pero habrá quienes se alegren de que te preocupes mas del bienestar general de ellos que de sus reacciones momentáneas. Solemos aceptar de buen agrado las correcciones hechas con amor y no con una actitud justiciera de 'Yo sé lo que te conviene'.
                                                          Si los demás perciben que te preocupas genuinamente por ellos  y que hasta buscas mejorar la relación, también valolarán lo que tengas que decirles  y serán receptivos a los cambios. Piensa en la valentía que demostró el profeta Natán cuando reprendió a David por pecar con Betsabé. Como rey, David ostentaba el poder para matar a Natán o dejarlo con vida, pero el profeta amaba a David demasiado como para permitir que el pecado le arrebatase su destino. Muchas veces Dios nos usa en la vida de los demás para volver a encaminarlos por la senda estrecha pero bendecida que Dios les ha preparado de antemano. Al recordar el pasado, David pudo decir:" Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; pero ahora guardo Tu palabra" . Hay veces en que lo sabio es no inmiscuirse en asuntos ajenos, pero otras, que tomes carta en el asunto por amor a la persona.            

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