jueves, 3 de septiembre de 2015

"Hacedlo todo sin quejas"

                                                             Un hombre sabio dijo: "Me quejé de no tener zapatos hasta que vi a un hombre que no tenía pies". Dios te ha bendecido de una y mil maneras y no quiere oír tus quejas.¿Por qué refunfuñan los hombres? Por la adversidad. Para algunos la adversidad viene con la enfermedad. Para otros es una carrera frustrada, no tener dinero suficiente para pagar las facturas o tener conflictos familiares por cosas del pasado cuya responsabilidad cargas en tus hombros. Algunos tomamos decisiones no muy acertadas en el pasado y por consiguiente los planes se nos vinieron abajo.
                                                           Hoy en día nos enfrentamos a problemas conyugales, a familias "ensambladas"(donde hay hijos de matrimonios anteriores), y a las secuelas de lo que decidimos. Todos tenemos que afrontar mayor o menor adversidad y algo por lo que lloriquear, aunque Dios no quiere que lo hagamos. Sé consciente de que es difícil vivir con la adversidad, pero quejándote te privas de la gracia que podrías recibir en medio de dicha situación. Si optas por quejarte y aferrarte a la imagen de una vida perfecta, pierdes el derecho que te da la gracia de conseguir la victoria. Así que cambia tu manera de pensar. Arrodíllate y pídele al Señor, que el panorama de tu vida sea diferente y experimentar el gozo que das a quienes dejan el desierto de la ingratitud y se adentran en la Tierra Prometida del agradecimiento. Es una petición que te cambiará.    

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