jueves, 11 de abril de 2013

La avaricia

                                                                      ¿Porque cedemos ante los deseos pecaminosos? Como dos automóviles que se acercan a un cruce a la vez, tus dos naturalezas -la vieja y la nueva- están siempre enfrentadas. Porque si pasas demasiado tiempo contemplando un deseo, al final cederás ante él. ¿No has ido alguna vez al frigorífico cuando no tenías hambre, pero tampoco estabas del todo lleno, buscando algo que picar? Pues esa mala costumbre se repite en la vida. Es como si estuvieras navegando en la red de opciones de comportamiento, buscando algo que te haga mas feliz de lo que eres en el momento. Cuando codicias algo, lo embelleces, lo haces más atractivo y accesible y le conce4des poder sobre ti. ¿Una aventura de una noche? 'Nadie se va a enterar', dices.
                                                                           La Biblia enseña: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará" De la misma manera que una semilla produce una cosecha, tus decisiones también tienen concecuencias. La codicia maximiza el deseo y minimiza el peligro. Es imposible contemplar un deseo durante un buen tiempo sin acabar buscando la forma de conseguirlo, y además justificarlo. Es como la cuenta atrás del despegue de un cohete espacial; al final acabarás lanzándote. Así pues, si estás codiciando algo, mira el reloj; antes o después caerás. ¿La solución ? ¡Cambia el objeto de tu deseo!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario