miércoles, 24 de abril de 2013

Raices y Alas (2)

                                                                     En el paso de la adolescencia a la edad adulta, tus hijos se sentirán inseguros a veces, tendrán emociones contradictorias y cambios súbitos de humor. Todo esto te mandará señales conflictivas: necesitan a la vez cercanía y distancia; relación estrecha e independencia. Con una mano te acercan a ellos y con la otra te empujan. Tienes que entender que aunque parezcan distanciarse , siguen necesitando sentirse seguros en el entorno familiar. Cuando quieran alejarte, demuestra madurez y recuerda que no se trata de algo personal sino que están demostrándose así mismos que pueden ser adultos independientes. Seguro que unos minutos después, o unas horas o unos días, volverán a ser tus niños y querrán que los mimes. Eso no es más que el tira y afloja de ser padres de adolescentes, y el resultado será positivo si sabes manejarlo con sabiduría. Por encima de todo, no des suelta a la ira ni te sientas ofendido. "...Padres, no provoqueís a ira (No los exaspereís, ni hagáis que se vuelvan irritables o amargos) a vuestros hijos...".
                                                                         Lo peor de enzarzarse continuamente en disputas con los hijos es que eso crea desánimo duradero en ellos, y que aunque después que haya pasado la tormenta, se sienten desalentados. y su espíritu es dañado, lo que en algunos casos hace que no quieran volver a esforzarse. En las culturas occidentales, las chicas suelen agarrarse a la cuerda parental mas tiempo que los chicos; por lo general estas se independizan más tarde y casi nunca rompen totalmente con la familia. Los varones, por el contrario suelen irse de casa antes y tener menos contacto con la familia después. Cuando no satisfaces en tus hijos la necesidad, dada por Dios, de libertad gradual, se irán antes y más lejos. Sé sabio, suéltalos poco a poco, a fin de que vayan aprendiendo a ser adultos y a seguir conectados más estrechamente después.     

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