miércoles, 15 de mayo de 2013

La carrera

                                                                     En 1992, los Juegos Olímpicos de verano se celebraron en Barcelona. Uno de los corredores de la carrera de 400 metros lisos era un atleta inglés llamado Derek Redmond. Había entrenado durante años para competir en las Olimpiadas. Pero mientras corría a toda velocidad bajo un calor moderado, de repente se lastimó el tendón y se desplomó en la pista con mucho dolor.
                                                                      Decidido a seguir, Derek logró ponerse en pié. Iba cojeando hacia la meta  cuando su padre descendió por la pared y saltó a la pista. Antes de que nadie pudiera detenerlo, llegó a donde estaba su hijo. El joven corredor se apoyó sobre el hombro de su padre al tiempo que se tambaleaba para terminar la carrera. Toda la multitud se puso en pié y vitoreó a los dos hombres. Cuando cruzaron la meta, fue como si el corredor, su padre y los espectadores lo hubieran logrado juntos.
                                                                      Pablo, nos alienta a correr la carrera de la fe y a perseverar hasta el fin siguiendo el ejemplo de aquellos que han ido antes que nosotros. Necesitamos todo nuestro vigor para terminarla, pero no corremos la carrera solos. Dios mismo nos ayuda a llegar a la meta. Por tanto, "...despojémonos de todo peso y ...corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante"
                                                                       Somos juzgados por la manera como terminamos, no por la manera como empezamos.

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