Manuel recibió una inesperada "carta de gratitud" por el servicio prestado a la compañía, una nota breve que concluía: "Hemos eliminado su posición".
Después de que Manuel pasara meses infructuosos buscando trabajo, su frustación finalmente le afectó. Airado gritó a Dios: "¿Por qué me hiciste esto? ¿No te importa?" Continuó su perorata hasta que notó a su perro Flecha agachado junto a su silla. Recobró la compostura y dijo: "Ven aquí perrito.Deberías de alegrarte de ser perro. Al menos no te pueden despedir de ser el mejor amigo del hombre".Mientras expresaba su lamento y conversaba con Flecha, su amargura desapareció.
El escritor que contó la historia, escribió: Podrías pensar que el alivio le vino de todas las cosas que le dijo a Dios, y en parte fue así. Pero Flecha desempeñó un papel importante también ....(Ella) no discutió ni dio soluciones, ni dio consejos. Sólo se limitó a escuchar moviendo la cola y lamiendo la manos de su amo".
A veces necesitamos simplemente "llorar con los que lloran". Puede ser que lo que ellos necesitan sea que les escuchemos para poder escuchar lo que Dios les está diciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario