jueves, 18 de diciembre de 2014

Aceptar a los demás

                                                    Algunas personas lo ponen muy difícil que se les acepte. Algunas tienen mal temperamento, son, egoístas, criticonas, irritantes, desdeñosas, agresivas y pomposas. A veces te gustaría decirles cuatro cosas y darles lo que merecen, todo menos aceptación. El mandamiento de "aceptaos mutuamente" no nos agrada. Si Pablo se hubiera para do ahí, tal vez podríamos eludir la directiva, interpretándola como que el apóstol se refería  seguramente a gente buena, razonable y aceptable. Sin embargo, va mas allá "así como Cristo os aceptó a vosotros" ¿Eras bueno, razonable y agradable? No, pero Él te aceptó, con todos los defectos, y todavía lo sigue haciendo. A lo mejor piensas 'Alguien tiene que enderezar a esa gente y exigirla que se comporte bien' Es decir, ¿así como Jesús exigió lo mismo de ti cuando te aceptó?.
                                                         Los cristianos romanos tenían problemas para recibir a sus hermanos  más nuevos en la fe, y Pablo los corrigió: "Recibid al que es débil en la fe  pero no para entrar en discusiones ...pues Dios lo ha aceptado" No nos compite corregir a la gente sino aceptarla. Dios nos pide que aceptemos a personas desquiciadas, no espirituales, carnales, odiosas, con falsas doctrina, o simplemente malas personas. No tienes que aprobar lo que hacen, ni estar acuerdo con ellos, pero aceptarlos es obligatorio. No hay un grupo de élite ni privilegiados, ni casos especiales. Todos estamos en el mismo nivel, debido a dos realidades; nuestro pecado y la Cruz de Cristo. Los judíos y los gentiles se menospreciaban los unos a los otros, incluso después de ser cristianos. Cada grupo quería que el otro cambiara y fuera como ellos . Pero Pablo cogió el hacha y fue a la raíz del árbol. A nosotros nos corresponde aceptar a los demás; dejemos que sea Dios quien los enderece. 

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