miércoles, 3 de diciembre de 2014

Unidad sin uniformidad

                                                     Cuando te pones de tu parte para lograr la unidad: 1) Sopesa tus motivos. Nadie, sino Dios conoce los motivos del corazón. Tendemos a fijarnos en el exterior, ya que "el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón" No siempre juzgamos a las personas por lo que hacen, sino también por lo que suponemos que hacen. Somos dados a pensar mal: "Lo ha hecho para hacerme daño","Es un egoísta", "Nunca tiene en cuenta a los demás". La Iglesia de Roma estaba amenazando su unidad por problemas de apariencias en asuntos de comida. Por eso Pablo les recordó que aunque el comportamiento de algunos fuera un poco raro, sus motivos eran buenos, La unidad no depende cumplir en apariencia, sino de conocer los corazones.
                                                        2) Considera como afecta a los demás. Decimos. "Sólo es asunto mio, mientras no desobedezca las Escrituras" ¡Falso! Puedes seguir la letra de la Palabra y desobedecer a su espíritu. Pablo dijo: "Todo me es lícito, pero no todo conviene" Puede hacer muchas cosas pero quizás alguien salga mal parado. Dios tiene una ley mayor que la de "mis derechos", la ley del amor. Él desea que esa  "libertad no se convierta en motivo de tropiezo para los débiles", ¿Como comportarte? "No hagáis nada por egoísmo...considerad a los demás como superiores a vosotros mismos"

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