jueves, 19 de noviembre de 2015

"Te haré entender y te enseñaré el camino que debes andar"

                                                          La madre Teresa no se propuso buscar la fama, la fama la encontró. Fue a la India, vio una necesidad que nadie estaba supliendo, escuchó el llamado de Dios, dejó que su corazón se apasionara por Él y ministró a las personas mas abandonadas  y olvidadas del mundo en los suburbios de Calcuta. Uno de sus dichos famosos fue 'La vida que no se entrega a los demás no es vida'. No nos engañemos, mucho de lo que hacemos a diario no parece tener mucha transcendencia, a menos que lo veamos  como parte de un panorama mas amplio. Cuando tomas las minucias de cada día, las pones en un recipiente imaginario de la visión  dada por Dios y lo revuelves todo, de repente de ahí sale propósito, valor, adrenalina y la alegría que se desprende de saber  que estás realizando tu destino.
                                                               Es como la diferencia que existe entre llenar sacos de arena y construir un dique para salvar un caudal. No hay nada emocionante en rellenar sacos de arena. Pero salvar una ciudad de las inundaciones es otra cosa. La construcción de un dique da sentido a la monotia de meter tierra en los sacos. Pero esas mismas actividades cotidianas, si las vemos a través de la lente del propósito de Dios, cobran otra dimensión.La visión da sentido a tu mundo, pone orden, da significado al caos y te permite verlo todo desde una nueva perspectiva. Afortunadamente, es Dios quien da las visiones, entonces ¡pídele una!.

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