jueves, 16 de febrero de 2017

Aprende a animarte solo

                                                 David acababa de ganar una serie de victorias militares espectaculares. Pero cuando volvió de la guerra y se encontró que su casa había sido destruida por los amalecitas y su familia llevada cautiva, se hundió.Él y sus hombres cayeron en tierra y lloraron hasta que se les secaron las lágrimas. Sin embargo no se quedaron derrotados. "David" consultó al Señor diciendo: --¿Perseguiré a esta banda de salteadores? ¿Los podré alcanzar? Él le dijo: --Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos". Y el ánimo se dio a sí mismo, unido a la dirección de Dios, le condujo a su próxima victoria. Vemos una enseñanza aquí: tienes que aprender a hablarte de manera que te animes, a citar las promesas de Dios y a orar por ti. Veamos una promesa de los Salmos de la que te puedes apropiar:  "...Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría".
                                                    Volverá la alegría; ¡Dios lo ha prometido!Así que mírate al espejo hoy y declara: 'Esto también va a pasar. Lo que no me destruye me hace más fuerte. Mientras tanto, dejaré que esta situación me acerque más a Ti, Señor'. Vamos, anímate a ti mismo. Las batallas más grandes resultan en victorias extraordinarias. En medio de tus debilidades puedes descubrir talentos escondidos- Recordando el peor tiempo de su vida José afirmó: "Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien...". Y Dios sigue haciéndolo. Es Él, y nadie más, quien controla tu destino; y Él no es como los hombres. El Señor puede transformar tu dolor en beneficio y tus cicatrices en victorias. Levántate, enfócate en tus metas y proponte seguir adelante. Esta es la palabra para ti hoy: aprende a animarte solo.         

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