viernes, 3 de febrero de 2017

Palabras

                                               Escribió un poeta anónimo: "Una palabra descuidada puede encender una disputa; una palabra cruel puede destruir una vida; una palabra amarga puede incitar al odio; una palabra brutal puede golpear y matar; una palabra sazonada puede aligerar el camino; una palabra alegre puede alumbrar el día; una palabra a tiempo puede aliviar la tensión; una palabra cariñosa puede sanar y bendecir. La Biblia afirma: "...Nadie puede domar la lengua...". 'Pues si no puede ser domada', te preguntas ¿cómo la voy a domar yo?. Haciendo una pausa antes de hablar, cultivando una sensibilidad a la dirección del Espíritu Santo que mora en ti y recibiendo Su fortaleza. Recordando que una vez que una palabra ha salido de tus labios ya no puede ser retractada y que todas las expresiones de perdón del mundo no cambiarán nada.
                                                   El salmista que por lo visto había cometido el error de hablar cuando debería de haber estado escuchando, escribió: "Tendré cuidado con lo que hago y no pecaré en lo que digo. Refrenaré la lengua" En la Biblia, al hecho de abstenerse de comida por un período de tiempo se le llama "ayuno". Este tiene un efecto espiritual de limpieza, nos acerca a Dios, nos fortalece y nos hace sensibles. Pues he aquí una sugerencia: ¿Por qué no haces "ayuno verbal" durante los próximos treinta días?
Al menos ayuno parcial. Isaías escribió: " El Señor Soberano me ha dado sus palabras de sabiduría  para que sepa consolar a los fatigados...". En lugar de permitir que tu lengua te dirija y tú la sigues, haz que tu boca sea guiada por el Espíritu de Dios.                  

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