martes, 21 de febrero de 2017

No abandones

                                                   Escribe Pablo: "...Tenemos un tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros". "Vasos de barro" se refiere a tazas cazuelas, cuencos, y lo que único que importa es lo que contienen. El recipiente puede estar un poco descascarrillado y sucio, pero una vez lavado y seco se le puede usar de nuevo. Por lo tanto, no abandones porque alguien se haya dado cuenta de que eres un vaso de barro con algún defecto. Hay un clamor que viene del camino de Jericó que nadie más que tu pude oír. Tal vez un ladrón moribundo pueda salvarse si le predicas en medio de tu dolor, porque el mensaje que salva a los demás es el que también nos salva a nosotros. Aceptar a los caídos es la fortaleza --no la debilidad--del Evangelio.
                                                      Hay una enorme diferencia entre la frialdad de un corazón rebelde y el clamor de un corazón turbado que dice: 'Dios sálvame de mí mismo'. Una pequeña mirada a la gracia de Dios nos pone de rodillas a confesar el pecado y renunciar a él, "...llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo". Escribe un pastor: "La gente oye nuestro testimonio, sólo centrado en los logros, y se desanima.Piensan que mientras ellos pelean la vida a nosotros nos va todo bien. Eso ocurre porque falsificamos los récords y no decimos toda la verdad. Que Dios nos ayude. El mensaje debe ser que fuimos salvados por gracia, que somos salvados por gracia, y que seremos salvados por gracia. Si fuera necesario, acude a casa del Alfarero y deja que Él te vuelva a poner en el torno y te haga nuevo. ¡Pero no abandones".    

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