lunes, 11 de marzo de 2019

¡Por el amor de Dios! (Y del Cielo)

                                               Alguien dijo: Puesto que habíamos vivido en Sudamérica como misioneros, mi familia y yo sabíamos bien que trasladarnos a otro lugar de la selva requería mucho trabajo. Conocíamos de sobra lo molestos que eran los bichos y los peligros de las culebras. Una mañana, unos días después de haber limpiado nuestra vivienda temporal, la familia y yo nos habíamos permitido una pequeña pausa. Mientras nos tomábamos un té, entró un abejorro en la habitación, produciendo su típico zumbido horrible. Al revolotear cerca de nosotros, mi esposa gritó sobresaltada. Mi hija menor, más asustada por el grito que por el abejorro, dijo ¡Mamá, por el amor de Dios!Tras unos segundos de silencio, mi esposa agregó: 'Por eso solo estoy aquí'.
                                                  Pablo nos dice que "somos ciudadanos del Cielo" y Pedro habla de una "herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible , reservada en los cielos para vosotros" Aquí estamos con un visado temporal, ¡no se te olvide! Sopesa tus acciones y tus decisiones a la luz de tu destino eterno, no de tu comodidad inmediata. Descarta la idea de que "pensar en el cielo es solo cosa de viejos". Esta vida es un relato corto, el Cielo es la historia interminable. Ni las operaciones de cirugía estética , ni las liposucciones, ni los planes de adelgazamiento personalizados, ni la fama, ni la fortuna podrán hacer que este traje exterior permanezca para siempre. Así  pues, antes de deshacerte de él procura cumplir la tarea que Dios te ha encomendado, a fin de que puedas escuchar un día las palabras: "Bien, buen siervo y fiel..." Este es el único elogio que importa. Nada mas llegar a la presencia de Dios, ¿Qué desearías haber hecho? Pues eso mismo debería ser la motivación que impulse tu vida.

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