martes, 19 de marzo de 2019

"Señor, vuelvo a casa"

                                                  Un reverendo, esperaba que su hijo siguiera sus pasos y oraba por ello, pero su hijo tenía otros planes. Pensaba que ser ministro del evangelio era una pérdida de tiempo y de talento. Ateo declarado, se licenció en la Universidad y conoció a otro ateo (Ernest) que le afianzó en sus creencias. Debido a sus estudios, se dedicaba a viajar por todo el país, llevando una vida loca y desenfrenada. Una noche se hospedó en una posada donde la única habitación libre  estaba al lado de otra en la que yacía un hombre agonizante. 'La tomo' dijo al dueño de la posada; 'la muerte no me espanta, soy ateo'. Durante toda la noche pudo oír los quejidos del hombre agonizante y pensó: '¿Debería ir a acompañarle pero ¿que le puedo decir? A la mañana siguiente, el hombre había muerto. '¿Lo conocía usted? le pregunto al dueño de la posada. Este respondió: 'Era un licenciado universitario. un joven de su misma edad llamado Ernest'. Con las palabras "muerto", "perdido", "perdido" resonándole en los oídos,volvió a casa y entregó su vida a Cristo.
                                                   Fué el primer misionero estadounidense oficialmente enviado al extranjero. Hizo que la Biblia se tradujera al birmano y ganó miles de almas para Cristo. Las palabras de su diario lo dicen todo: "Déjame trabajar en estos desiertos; déjame proclamar en estas montañas cómo murió el bendito Salvador para redimir al mundo del infierno". La Biblia dice:  "...Dios provee los medios para que el desterrado no siga separado de Él para siempre".¿No sientes un tirón divino en tu corazón? ¿No es hora de que dejes de huir, de que regreses y digas: '¿Señor, vuelvo a casa?'  

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