viernes, 29 de marzo de 2019

Residuos de ira

                                               En un artículo de periódico de 1994 se leía el titular: "Restos de la Guerra amenazan a los europeos"; un periodista escribía "Cincuenta años después de que se silenciaran los cañones, las bombas de la segunda guerra mundial todavía están matando a Europa. Se están descubriendo muchas y algunas están explotando; aparecen en lugares dedicados a obras, en redes de pescadores o en playas. En Francia, por ejemplo, se recogen cientos de toneladas de explosivos todos los años. En 1993 trece bombas explotaron en el país galo dejando una secuela de 12 muertos y 11 heridos. 'He perdido a dos compañeros' decía un señor encargado gubernamental del equipo que desactiva explosivos de la Primera y Segunda Guerras Mundiales en la región de Champaña Ardenas. Con el paso del tiempo, las bombas sin explotar son más peligrosas. Debido a la corrosión en el interior, esta arma es cada vez más inestable y puede saltar el detonador.
                                                Lo mismo que sucede con estas bombas sin explotar también sucede con nuestra ira subyacente: explota cuando menos lo esperas. La ira no es algo de lo que tenemos que enorgullecernos, sino más bien un motivo de oración, porque hiere a los seres cercanos a tí , hace que los demás te pierdan el respeto, cierra la puerta a las oportunidades y te pone en una relación difícil con Dios.
Pasa un momento leyendo lo que la Palabra de Dios dice acerca de la ira: "Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites , pues esto conduce al mal" "Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte, el que domina su espíritu que el conquistador de una ciudad " " La cordura del hombre aplaca su furor, y un honor le es pasar por alto la ofensa".  

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