sábado, 27 de abril de 2019

Crecer en medio de la pérdida y de los cambios

                                                    No hay nada que transforme tanto nuestro carácter, como el enfrentar la pérdida de algo o der alguien y los cambios subsiguientes. Cuando perdemos un matrimonio, un trabajo, un hijo, un padre, nuestra reputación, nuestra salud,nuestras finanzas. etc. tenemos dos alternativas: recibir los golpes o caer al suelo; hundirnos o mantenernos a flote. Lo que teníamos, ya no lo tenemos, y nos sentimos como en un limbo, perdidos entre el pasado que conocíamos y el futuro que desconocemos. Sin un mapa que nos guíe, en territorio extraño, es lógico sentirse abrumado. La fe nos dice que Dios, en su momento puede transformar todo final en un nuevo comienzo. Pero hasta que eso ocurra, sumidos en el dolor y la confusión, ¿que podemos hacer mientras llegue la conclusión de algo y se produzca el nuevo comienzo?.
                                                        El pueblo de Israel se encontró en ese dilema cuando perdió a Moisés, su padre espiritual. La pérdida del líder dejó a toda una nación en angustia: "Lloraron los hijos de Israel a Moisés en los campos de Moab treinta días..." Fíjate: La reacción de Dios ante su dolor no fue decirles:
No deberías sentiros así, olvidad a Moisés. Al fin y al cabo me tenéis a mí. Venga, es hora de ser más fuertes, ¡deberías tener más fe!...'Cuando un consejo suena demasiado "religioso" y no parece estar en consonancia con la realidad, no proviene de Dios.Él no nos pide que seamos "superespirituales", que neguemos nuestro dolor y pretendamos que nos sentimos mal. Él nos concede "tiempo de llorar...de hacer duelo...de perder" para que podamos luego "reír...bailar...ganar" Dios dejó que toda su nación  interrumpiera el trabajo durante treinta días para expresar y procesar su duelo. Tus lágrimas son parte de la provisión divina para pasar por el dolor mientras vas camino de la sanidad.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario