jueves, 2 de junio de 2022

Dar el salto (2)

                  Imagínate la escena: Un padre jugando con sus dos hijos pequeños: él está dentro de la piscina y les anima a que corran, den un salto y se lancen al agua para tomarlos en sus brazos al caer. Uno de los niños lo hace; el otro mira desde el borde, aplaude y demuestra su alegría afuera. Pero cuando el papá le pide que haga lo mismo, el pequeño se niega con un gesto y se echa para atrás. ¿Eres tú así? ¿Eres alguien que vive al borde de la piscina  pero nunca se lanza, contentándote  con admirar las experiencias de otros? ¿alguien que prefiere no arriesgarse? Nunca disfrutarás de lo mejor si te domina el miedo a que pase algo malo. A lo mejor te justificas diciendo: 'No estoy seguro de donde voy a caer'. Lee lo siguiente:"...Debajo están los brazos eternos..." Sería muy insensato de tu parte cerrar los ojos y lanzarte antes de saber si hay agua en la pisicina o que tu padre te haya dicho: 'Ven, yo te tomo en mis brazos'.

                 La fe es entender que la única manera de superar el miedo al agua es zambullirse en ella, porque Aquél que te está llamando está adentro, listo para recibirte en sus brazos desde el momento en que llegaste a ser Su hijo. Nada le importa más que tu seguridad, el progreso de tu fe y el éxito de tu vida. Dios le dijo a Josué: "... Levántate y pasa ese Jordán...hacia la tierra que yo (te) doy....Solamente esfuérzate y sé muy valiente, cuidando de obrar conforme a toda la Ley que mi siervo Moisés te mandó: no te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que seas `prosperado en todas las cosas que emprendas" Fíjate bien: "Levántate, pasa, esfuérzate y sé valiente" ; en otras palabras: ¡Da el salto! 

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