miércoles, 1 de junio de 2022

Dar el salto (1)

               Cuando has orado, planificado y te has preparado, llega un momento en que tienes que dar el salto.¿Te asusta? ¡Por supuesto! Existen dos clases de personas; las que saltan sin mirar; a estas las dominan sus impulsos. Y luego están otras, las que miran, y miran, y se lo piensan, pero nunca se lanzan; a éstas las controla el temor. ¿En qué grupo te encuentras? Para llegar a la Tierra Prometida, Israel tenía que cruzar el rio Jordán en la época de crecida; seguro que hasta el más valiente se sintió amedrentado. Sin embargo, Dios les había prometido que cuando los pies de los sacerdotes que llevaban el arca entraran en el agua, ésta retrocedería. Podemos imaginar sus pensamientos: '¿Por qué no esperar a que baje el nivel del agua? ¿Por qué tenemos que mojarnos primero? ¿Qué pasa si el agua no retrocede y nos ahogamos?'

                  Hay una marcada diferencia entre la prudencia y la paranoia. La prudencia te hace poner el cinturón de seguridad; la paranoia no se monta en el automovil. La prudencia se lava la suciedad; la poaranoia evita todo contacto humano. La prudencia ahorra para la vejez; la paranoia se aferra a cada céntimo. La prudencia prepara y planifica; la paranoia se llena de terror. La prudencia calcula el ruesgo y da el salto; la paranoia nunca entra en el agua. Para alcanzar el destino que Dios te ha preparado, no te reprimas, sino obedece a Dios y da el salto. En el momento en que lo hagas, se empezarán a abrir puertas y aparecerán los recursos ahí donde ahora se ve escasez. Dios te proporcionará los medios, el modo de hacerlo y las personas necesarias. Por lo tanto aférrate a Su promesa: "...Yo te he amado; daré pues, hombres a cambio de tí y naciones a cambio de tu vida. No temas porque yo estoy contigo..."

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