martes, 4 de junio de 2013

Cuando muere un creyente

                                                                            En nuestra cultura, hablar de muerte es un tema que se debe evitar, o si se hace, las connotaciones son siempre muy negativas. Cuando se plantea el asunto, también los cristianos procuran esquivarlo, o hablan de él con metáforas vagas e intrascendentes. Pero la palabra de Dios presenta la muerte como algo claro y no amenazante. "Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que mueren, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza". La palabra de Dios es directa, concreta y alentadora  respecto a este tema: "Estimada es al Señor la muerte de sus hijos". Desde la perspectiva de nuestro Padre celestial, la muerte es la puerta por la que pasan sus hijos, con los que disfruta de una relación perfecta, eterna y agradable.
                                                                              " Y oí una voz que me decía desde el cielo: Escribe: "Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor". La Biblia le da la seguridad a todo creyente que la muerte no es una tragedia sino una entrada triunfal en el cielo. "Bienaventurado" significa "dichoso", alguien a quien se debe envidiar sanamente. Dice Dios que Él sabe que cuando perdemos a un ser querido nos olvidamos de esta perspectiva y nos dejamos llevar por las emociones. Alégrate, creyente, porque " ....sea que vivamos o que muramos, del Señor somos" Y el Señor cuida muy bien de los suyos.      

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