lunes, 10 de junio de 2013

"Soy de gran valor, porque Dios me ama"

                                                                            El miedo de ser insignificante, poco más que un cero a la izquierda, puede predisponerte para que en realidad se cumpla esa premisa. El proceso es como sigue: Cuando te vas a presentar a una entrevista de trabajo, tus temores se apoderan de ti y piensas :' Ya sé que no les voy a impresionar y voy a hacer el ridículo. Me harán preguntas que no voy a saber responder . Con esos pensamientos, un ratón en una jaula de leones tienes más posibilidades que tú de salir ileso. Y al final te va mal la entrevista y te sientes aún más insignificante y negativo que antes. O consideremos a la joven que un muchacho muy guapo le ha pedido quedar para salir. El chico es tan guapo que ella se pregunta lo que ve en ella y está segura de que cuando la conozca mejor, va a acabar con la relación. Así que esa inseguridad la obliga a usar la única arma en la que confía, su cuerpo.Se acuesta con el joven en su primera salida por temor de que no haya una segunda, y después acaba sintiéndose como una mujer objeto, algo en lo que nunca quiso convertirse.
                                                                            El miedo de ser insignificante da como resultado las consecuencias que se temen, y se llega al destino que se trataba de evitar ¡Cuidado!.El problema es que no estás poniendo en lo que dice de ti Dios: estás cuestionado su juicio y dudando de sus gustos.Él no puede dejar de pensar en ti, que si pudieras enumerar sus pensamientos, estos "...se (multiplicarían) más que la arena" ¿Por qué te ama tanto Dios?. Por la misma razón que un pintor ama sus cuadros: "...Somos la obra maestra de Dios" Entonces, cuando te levantes por la mañana, mirate en el espejo y di: "Soy de gran valor, porque Dios me ama"    

No hay comentarios:

Publicar un comentario