miércoles, 7 de agosto de 2013

La locura de preocuparse

                                                                      Rafael había viajado por carretera muchas veces desde su pueblo hacia la ciudad de Irún que quedaba en las colinas hasta Carles en Francia en las alturas de los Pirineos. Pero era la primera vez que el viaje le dejaba un impresión diferente. Dijo que a medida que el camino se orientaba hacia el Oeste desde su pueblo por las onduladas colinas, siempre veía delante de él en la distancia, una cordillera de montañas, con las cimas cubiertas de nieve que parecían bloquear el camino. Recuerda que se preguntaba cómo podría pasar por aquella barrera insuperable, pero seguía conduciendo.
                                                                       Finalmente, cuando llegaba al punto donde parecía que el camino se detenía, encontraba que tenía que hacer un giro bien trazado y que la carretera seguía como antes. Muchos de esos giros le ayudaban a avanzar hacia arriba y hacia adelante, hasta que llegaba al otro lado de la cordillera.
                                                                        Cuando andamos el camino de la vida, a menudo se presentan obstáculos delante de nosotros que nos llenan de angustia. Puede ser una enfermedad, una cirugía, un revés económico o la pérdida de empleo nos amenazan con impedir que logremos nuestras metas. Pero si seguimos con fe, Dios nos abre un nuevo camino. La mayoría de las cosas por las que nos preocupamos nunca suceden. Pero aún cuando llegan los problemas, Dios está presente para mostrarnos un nuevo rumbo. Podemos evitar la locura de preocuparnos confiando en Dios hoy, y para todos nuestros mañanas.    

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