martes, 13 de agosto de 2013

Tick, Tack, Tick.....

                                                                      ¿Tienes un reloj de pared o de pulsera con un segundero? Detente y sigue esa manecilla durante un minuto. Esos segundos, por supuesto, son la manera como medimos el tiempo, y el tiempo es la esencia misma de nuestras vidas. Para cuando llegues a la edad de 75 años, los relojes de este mundo habrán marcado casi 2.500 millones de segundos.
                                                                       Un crítico de arte internacionalmente famoso, tenía una gran pasión por la vida. Aún cuando no tenía buena salud apreciaba cada momento. Poco antes de morir en la edad de 94 años dijo a un amigo: "Con gusto me pararía en las esquinas de las calles, sombrero en mano, pidiendo a los transeúntes que me regalaran los minutos que no usaron." ¡Ojalá que aprendiéramos a apreciar el valor del tiempo!
                                                                        Claro que tampoco queremos ser tan conscientes del tiempo que nos volvamos adictos al trabajo, descuidemos a nuestras familias, nunca nos relajemos con amigos, estemos demasiado ocupados para oler las rosas ni admiremos una puesta de sol. No obstante, Pablo nos apremió a redimir el tiempo, y Moisés oró así: "Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría"
                                                                        Pidamos al Señor que nos ayude a apreciar el valor del tiempo.Que invirtamos sabiamente nuestros segundos, minutos, horas y días, dándonos cuenta de que más allá del tiempo está la eternidad.  

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