lunes, 23 de junio de 2014

Esperanza

                                                        Hay muchos a tu alrededor que viven sin esperanza. Míralos, sonríen pero no hay luz en su mirada; hablan pero no hay música en su voz; son como maniquíes, bien vestidos pero sin poder ir a ninguna parte, porque no hay esperanza. Como seguidor de Cristo tu no tienes por qué vivir así. La esperanza no es lo mismo que la suerte, como cuando te toca la lotería; es la seguridad de que Dios va a cumplir lo que ha dicho.
                                                        Nadie conoce esta verdad mejor que el rey David, quien tenía todos los motivos para desesperarse. Después de que Samuel lo ungió para ser rey de Israel, tuvo que esperar siete años mientras que un dirigente paranoico (Saúl) ocupaba el trono. Tuvo que huir para no perder la vida y esconderse en cuevas, rodeado de enemigos. Fue testigo de la derrota de Israel, el asesinato de sus amigos y la cautividad de su familia. A pesar de eso nunca titubeó ni tiró la toalla. Cuando se enfrentó a circunstancias que a la mayoría de nosostros hubieran aniquilado el dijo: "...Mi esperanza está puesta en Ti" y "...Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría" En otras palabras, las cosas van a mejorar. Siempre vas a ganar con una actitud semejante. David llegó a ser rey porque no dudó de las promesas de Dios, sino que éstas le mantuvieron firme, le ayudaron a sobre ponerse a las circunstancias adversas y seguir adelante. Por lo tanto si Dios te ha prometido algo creélo. ¡no hay nada más que hablar!.  

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