lunes, 6 de julio de 2015

"...El hombre no debe separar lo que Dios ha unido"

                                                       No todas las relaciones se pueden rescatar. Cuando el abuso físico mental o emocional amenaza la integridad de tus hijos, o la propia, quizás te veas obligado a abandonar, Y si no lo haces podrías acabar viviendo una desgracia. Pero cuando exista la posibilidad de solucionar la situación, lo que antes era una relación  problemática puede convertirse en una fuente de alegría y satisfacción para todos. Aquí tienes algunas claves que te ayudarán a permanecer en el hogar y que esa decisión merezca la pena, Ve el pecado como Dios lo ve tanto en tuyo, como el de tu cónyuge. Estás crispado y angustiado, lo cual es comprensible, porque la otra parte es incorregible y egoísta. Tu cónyuge es el pecador recalcitrante y tú el santo a quien han herido. Él o ella necesita una renovación y tú eres el encargado de que la experimente.
                                                          Criticar, quejarse y querer tener el control parecen muy poca cosa si se comparan co0n un marido(o mujer) que insulta, bebe y se da a la pornografia. No obstante desde el punto de vista de Dios, el pecado es pecado.¡ sea tuyo o de tu cónyuge! y es dañino en cualquier relación. Deja de "clasificar" el pecado  e intenta descubrir esa fuerza que transforma las relaciones y que consiste  en afrontar la situación como Jesús enseñó: "¿O como dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, cuando tienes la viga en el tuyo? ¡Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano". ¡Te sorprenderás de ver el modo en que Dios va a hacer que tu cónyuge reconozca y soluciones "su" problema cuando tú seas sincero y soluciones el tuyo"!.  

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