Según ciertos estudios, los mejores momentos de nuestra vida no los aportan ni el ocio ni el placer. Esos momentos llegan cuando estamos inmersos en una labor importante y compleja en la que usamos nuestras mejores capacidades. Es ahí, cuando estás tan metido de lleno en la actividad, tan concentrado, que el tiempo no cuenta y la tarea no parece requerir duros esfuerzos. Eres consciente del proceso pero sin sentirte cohibido, eres llevado al límite de tus conocimientos y aptitudes, pero no estás estresado ni preocupado. Te entregas por completo al cometido y este forma parte de ti. A ese estado le llamamos "corriente" porque quienes lo viven a veces usan la metáfora de ser arrastrados por algo exterior a ellos.
Se han realizado muchos estudios en los últimos treinta años, con cientos de miles de personas para explorar este fenómeno. Si te quedas sentado no lo vas a experimentar. La imagen de la corriente es una analogía de lo que debería ser el "dominio" del que habla la Biblia. En Génesis Dios dice que tenemos que "señorear" sobre la tierra o "ejercer dominio"
Solemos pensar que esos términos significan "controlar" o "mandonear". Pero el verdadero concepto es que tienes que invertir tus capacidades para crear cosas de valor en la tierra, debes plantar, edificar, escribir, organiza, sanar e inventar formas en las que bendecir a los humanos y hacer que florezca el Reino de Dios en la Tierra.
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