martes, 6 de junio de 2017

No seas crítico sino animador

                                                  ¿Por qué nos resulta más fácil criticar que animar?. 1) Nuestra prepotencia. Una vez que hemos alcanzado cierto grado de éxito pensamos que "lo sabemos todo". Pero a veces las personas no están listas para aprender lo que les queremos enseñar. Y en ese momento tenemos que elegir: Retroceder y dejar que Dios trate con la persona o tratar de imponérselo . En esos momentos deberíamos de recordar un viejo adagio inglés: "Un hombre convencido en contra de su voluntad, en su interior no ha cambiado de opinión". Tal vez hubo un tiempo en que tú tampoco eras muy enseñable, así que ora por la persona en cuestión y deja que Dios actúe según Su agenda. 2) Nuestros dones. No nos paramos a considerar que nuestros talentos y experiencias son únicos, dados por la gracia de Dios. Esperamos que todos se pongan a nuestro nivel y si no lo hacen, los criticamos. "Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican...". ¡Retrocede y deja que Dios trabaje en ellos!.
                                                   3)Nuestras experiencias de la infancia. Hemos sido moldeados por las actitudes de aquellos que se ocuparon de nosotros. Ellos formaron en nosotros los mecanismos de supervivencia -- positivos y negativos--con los que operamos. Algunos venimos de hogares donde los padres pensaban que el elogio nos dañaría y la crítica nos ayudaría. Así que tenemos que cambiar nuestra forma de pensar y empezar a acomodar lo que decimos a lo que está en la Palabra de Dios: "La congoja abate el corazón del hombre; la buena palabra lo alegra". 

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