viernes, 13 de octubre de 2017

Libre de la aprobación de la gente

                                                    Hay una tremenda diferencia entre comportarte de cierta manera para ganarte la aprobación de la gente y ser libre para ministrar sus necesidades porque ya sabes que tienes la aprobación de Dios. Esforzarse por ser aprobado es como cualquier otra droga; siempre quieres más. Y como cualquier drogadicto, te trastornas cuando no la tienes. Esta actitud hace que estés a merced de las opiniones ajenas y por consiguiente tus emociones fluctúen drásticamente. ¡No es así como Dios quiere que vivas! Pablo era libre para hablar la verdad en amor, para confrontar a las personas o ser cariñoso con ellas. Cuando alguien le hacía saber a Pablo que no era de su agrado, eso no le quitaba el sueño al apóstol, porque su seguridad y autoestima no estaban basadas en la aceptación de los humanos.
                                                    Pablo no iba por ahí comparándose con otros, demostrando su superioridad, tratando de ser el "mandamás" o el que siempre dirigía el cotarro. Saber que ya contaba con la aprobación de Dios lo libraba de ansiedad y le permitía disfrutar de la vida a la que había sido llamado por el Señor. Cuando somos inmaduros, nos preocupa la opinión de la gente. Pero conforme maduramos, entendemos que la mayoría de las veces los demás no piensan en nosotros en absoluto; están demasiado ocupados pensando en ellos mismos (o preocupados por lo que nosotros pensamos de ellos). Saber qwue eres aprobado por Dios te da la fortaleza para tratar con la crítica y el conflicto, puesto que estás seguro de tu identidad. Y esta es tu identidad: eres redimido, llamado y aprobado por Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario