miércoles, 21 de agosto de 2019

Lo mejor de los dos mundos

                                                 Se cuenta que el adinerado Baron Fitzgerald tuvo sólo un hijo. Cuando éste era adolescente, murió la madre y pocos años más tarde, también murió el muchacho de forma trágica Mientras tanto la riqueza de Fitzgerald siguió aumentando, gracias a la adquisición de obras de arte de los grandes maestros de Europa. Antes de su muerte, Fitzgerald dejó instrucciones específicas de que su entera colección  se vendiera en una subasta. A ella asistieron cientos de posibles compradores de museos importantes y coleccionistas privados, todos ellos dispuestos a pujar. Las obras de arte fueron expuestas para inspección antes de la subasta. Entre los cuadros, se hallaba uno que apenas recibió atención porque se trataba de una pintura de poca calidad, cuyo autor era un artista desconocido. Pero el retrato del único hijo de Fitzgerald. Al comenzar la subasta, el subastador leyó parte del testamento de Fitzgerald, que estipùlaba que el primer cuadro a vender sería el de "mi amado hijo". Debido a su escasa calidad, nadie pujó por él-- excepto una persona. El postor era un antiguo sirviente que ayudó a criar al niño y que lo amaba mucho. Éste adquirió el cuadro por menos de una libra esterlina. En ese momento el subastador paró el proceso y pidió que el abogado siguiese leyendo el testamento. El público hizo silencio mientras se leían estas palabras
"Quién compre el cuadro de mi hijo, recibirá toda mi colección de arte --¡la subasta ha terminado!
                                               Jesucristo: sin Él no tenemos nada, pero con Él tenemos lo mejor de todos los dos  mundos: de este y de el venidero.          

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