viernes, 16 de abril de 2021

La salvación

                             La Biblia nos narra: "Cierto dirigente le preguntó: Maestro bueno,¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?...Jesús añadio:....Vende todo lo que tienes y repártelo entre  los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, Luego ven y sígueme. Cuando el hombre oyó esto, se entristeció mucho, pues era muy rico" Este hombre  ya había conseguido las 3 P del éxito: Poder, Prosperidad y Prestigio.Y era alguien que iba al grano: ¿Qué tengo que hacer? Su forma de preguntar parece indicar que pensó que podría obtener la vida eterna de la misma manera que había conseguido el resto de las cosas: esforzándose. Dio por hecho que el cielo era algo que se podía comprar; pero no es así. Solamente un Dios frio y sin misericordia vendería la salvación a aquellos que se lo pueden permitir. En un mundo que nos recompensa de acuerdo a nuestros logros, éste es un concepto difícil de aceptar.

                             Sin embargo, de la misma manera que no podrías impresionar a Picasso con uno de tus bocetos a lápiz, tu carácter y tus buenas obras tampoco son suficientes para merecer el cielo. La vida eterna cuesta mucho más de lo que puedes pagar. Lo que necesitas no es un curriculum vitae impresionante sino un Redentor. El problema del hombre de la Biblia no era el dinero, sino su actitud autosuficiente. No fueron sus riquezas las que le dejaron fuera del Reino de Dios, sino su ego. Y no sólo los ricos tienen problemas con este concepto; también los intelectuales,los fuertes, los atractivos, los populares y hasta los religiosos. Para recibir la salvación tienes que reconocer, ante todo, que estás en bancarrota espiritual, que no tienes nada que ofrecer y que tu reputación  no cuenta para nada. No puedes acercarte a Dios pidiendo justicia--lo único que puedes rogarle es que te dé misericordia. Y si acudes a Él hoy, ¡eso es lo que te dará!.

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