viernes, 2 de diciembre de 2016

"Ningún mal habrá de sobrevenirte"

                                                Para un niño de nueve años, preparar la piscina de casa para el invierno marcaba el fin del verano. Escribió: "Observaba con tristeza desde la ventana cómo abría mi padre un bote  y empezaba a echar productos químicos a la piscina. Luego cogió otro y seguía echando más . ¡Pero cuantas cosas echa en la piscina, pensaba yo!. Justo entonces sonó el teléfono y corrí a ver el número registrado; en la pantalla se leía: 'Nombre desconocido, número desconocido'. Mis padres me habían advertido de no hablar con desconocidos, pero ese día una voz en mi interior me invitaba a cogerlo. El ansia era tal que levanté el aparato y respondí. ¿podría hablar con su papá por favor? Salí con el teléfono en la mano y grité: ¡Papá! ¡Teléfono!. Mi padre vino desde el jardín bordeando el garaje y cogió el inalámbrico que yo sostenía. '¿Sí, diga?' ¿Si? ¿Quién llama?'. voceó. Unos segundos después se alejó el teléfono del oído y colgó. 'Nadie', dijo. De repente se produjo una enorme explosión en el jardín. '¡La piscina!' exclamó mi padre. Resultó ser que había mezclado dos químicos incompatibles. La mezcla explotó en el agua desprendiendo gases tóxicos...si mi padre hubiera estado allí en ese momento, podría haber muerto. ¿Número desconocido? Lo dudo. Aquel día, quien fuera que llamó tenía indiscutiblemente nuestro número.
                                                    El salmista afirmó: "Ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar". Hoy, Dios te está protegiendo a ti y a tus seres queridos.         

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