Una abuela que celebraba sus bodas de oro contaba el secreto de su largo y feliz matrimonio: 'En el día de mi boda decidí hacer una lista de diez defectos de mi marido que, por el bien de nuestro matrimonio, iba a pasar por alto, pero nunca llegué a hacerla. Cada vez que mi esposo hacía algo que no me gustaba, solía decirme a mí misma: 'Afortunadamente para él, este es uno de los diez'''
¡Ésa es lo que se llama una mujer muy prudente!.
Aunque en el día de la boda te unes físicamente, creciendo en gracia os mantiene unidos. Aquí tienes una idea que te ayudará a que tu matrimonio se mantenga sólido. Cuando tu cónyuge te irrite, en vez de reaccionar con palabras irascibles (o con un silencio iracundo), para un momento y recuerda que esta es una oportunidad para seguir creciendo en la gracia. No te preocupes si no lo hiciste muy bien la última vez porque tendrás otra oportunidad, seguramente antes de que acabe el día. Y seguirás teniéndolas: de ser amable, de perdonar y para poner a tu pareja antes que a ti mismo.
Enmarca estas palabras y cuélgalas en la pared: "Vestíos pues... de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Sobre todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones , a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo".
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