martes, 26 de diciembre de 2017

¡Sigue "nadando"!

                                                  Algunas veces solo eres capaz de aprender a "nadar" cuando te echan en la parte más profunda del "agua". Cuando esto sucede descubres que: (a) si se lo permites, el miedo te hundirá; (b) sólo puedes "pedalear en el agua" durante un tiempo; (c) hay un cierto punto en el que no puedes volver atrás, tienes que seguir. Es fatal detenerse o abandonar en medio de un proceso; (d) lo que Dios ha puesto dentro de ti ("aire en los pulmones") te sostendrá y te mantendrá a flote si sólo aprendes a relajarte, a confiar en Dios y a seguir "nadando".
                                                  Si realmente te tomas en serio "llegar al otro lado" , debes tomar lo que hay delante de ti y no dejar de empujarlo hacia atrás. En otras palabras, ¡sigue nadando!. Puede que llores mientras "nadas", pero sigue "nadando". Aunque parezca que "el corazón se te va a salir del pecho", sigue "nadando". Cuando te sientas arrinconado sin saber a donde ir es  cuando tienes que bajarte, tomar lo que Dios puso dentro de ti, y seguir "nadando". "...el reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan". Fíjate en la palabra "...violencia..."; algunas veces tienes que levantarte por fe y luchar contra tu temor, confiando en que Dios está a tu lado. Las "aguas" en las que te encuentras no determinan tu destino: o te pueden llevar al otro lado o te pueden hundir. La fe tiene que elevarse por encima del miedo. Si abandonas, Dios no puede hacer nada más por ti . Así que, tanto si nadas a brazadas como si lo haces a espaldas o como quiera que sea, ¡sigue "nadando"!.   

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