jueves, 14 de febrero de 2019

La integridad (2)

                                                  Todos padecemos de lo que los psicólogos denominan "error fundamental de atribución". Se manifiesta así: Si me sucede algo bueno, suelo explicarlo atribuyéndome el mérito de dicho logro.Pero si me va mal, culpo a las circunstancias. Si saco buena nota en un exámen, es porque soy inteligente; si saco mala, es porque estaba distraído. Si a la gente le gustan mis sermones, es porque soy un buen predicador: si no le gustan es porque son poco espirituales . Y la peor faceta del error fundamental de atribución es la forma  cómo explicamos el comportamiento de los demás.. Mientras que justificamos nuestro mal comportamiento  teniendo en cuenta circunstancias atenuantes, nos atrevemos a decir  que el mar comportamiento de los demás  se debe a los defectos de su carácter. Por ejemplo, si grito a mi hijo es porque su mal comportamiento acabaría con la paciencia del santo Job.Pero lo cierto es que si gritas a tu hijo, deberías ver a un consejero que te ayude a entender y controlar la ira. Si me ponen una muklta por exceso de velocidad, es porque la policía tenia que hacer su cupo de multas ese día, así que me tendieron una trampa en lugar de haber estado por ahí pillando delincuentes. Pero no es así, si te ponen una multa de velocidad, eso demuestra que no estás en condiciones de coger el volante.
                                                    ¿Cuál es el remedio contra el error fundamental de atribución? El camino de la gracia y del arrepentimiento. Necesitamos la ayuda de Dios para vernos como somos en realidad. Y Él nos la ofrece de las tres maneras: a) a través de la oración; b) con la lectura bíblica y la obediencia a la  misma; c) mediante personas que nos aman y nos conocen bien, personas que no nos dicen lo que queremos oir sino lo que necesitamos oir.  

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